jueves, 15 de marzo de 2012

OBITUARIO Fray Ovidio, ofm

        La pasada madrugada (miércoles 14 marzo) falleció en Jerusalén fray Ovidio Dueñas, ofm, tras dieciséis meses de dura enfermedad que ha llevado con auténtico carisma franciscano.

            Llegó a Tierra Santa siendo un fraile casi niño hace 42 años y fue durante mucho tiempo responsable de Reliquias de T.S. y encargado de la tienda central oficial de objetos religiosos de la Custodia de Tierra Santa.

            A veces, en contra de su carácter seráfico, sufría los tiempos que corremos y aparecía en el papel cuché al ser el encargado, cuando ha habido un bautizo en la familia real, de traer agua del Jordán para administrar el Sacramento conforme una tradición de la monarquía española; no olvidemos que el rey de España conlleva también el título de rey de Jerusalén. Esa circunstancia hacía que mucha gente dijera “su cara me suena”.

            Quienes tuvimos la suerte de conocerle, en nuestra Hermandad hemos sido varios,  pudimos disfrutar de la paz de espíritu que irradiaba y de su alegría contagiosa. En él, desde su sonrisa, su semblante, tenía perfecto acomodo el saludo y lema del espíritu de San Francisco: paz y bien.  

Fray Ovidio, Juan José Domínguez y Fray Rafael 

            Junto con nuestros amigos fray Artemio Vitores, Vicario General de Tierra Santa y su amigo inseparable desde la infancia,  y fray Rafael Dorado, Vicario de Getsemaní y patriarca de los frailes españoles en la tierra del Señor, Ovidio es artífice de que en nuestra Hermandad tengamos una interesante colección de 67 objetos de Tierra Santa algunos del valor que solo pueden tener las reliquias de los santos lugares más emblemáticos con precinto de garantía y lacre sellado por la Custodia.

            Le conocí hace más de diez años, en el santa santorum de sus dominios, el almacén de objetos religiosos en la curia de los Franciscanos en Jerusalén. Me lo presentó fray Rafael y me invitaron a “merendar” con sus diarios invitados, unos pajarillos llamados bul-bul, parecidos a nuestros gorriones para quienes Ovidio, cada tarde, desmenuzaba chorizo y queso español y les ponía un cuenco con agua y allá que iban los pajarillos entrando por la ventanita que da a las proximidades de la muralla de la vieja ciudad.  

            En 2005, conocedor de que siempre le pedía algo “pa la cofradía” como él decía  nos regaló un rosario que no era uno más sino el suyo, el que siempre llevó desde que llegó a Tierra Santa hacia 1970. Me sentí atribulado, me puse nervioso. ¿Cabía más generosidad?. Así era el buenazo de Ovidio.

            Descanse en paz. El Señor lo tendrá en su gloria.

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